En EE.UU. liberan al terrorífico Osiel y nadie sabe si volverá a sus actividades
Escrito en OPINIÓN él
La liberación el viernes pasado de Osiel Cárdenas Guillén, el infame "Mato Amigos", marca un capítulo inquietante en la interminable historia del narcotráfico en México. La sangrienta trayectoria de este personaje, el exlíder del Cártel del Golfo, transformó el panorama criminal de nuestro país y ahora, ante la inexplicable complacencia de las autoridades estadounidenses, podría regresar a las actividades criminales que tanto han dañado a México.
Cárdenas no es un criminal cualquiera. Estamos hablando de un hombre al que el Cartel del Golfo convirtió en una máquina de matar gente y que, como aguacates o limones, exportaba miles de toneladas de cocaína y marihuana a Estados Unidos. No hay duda de que su verdadero éxito fue la creación de Los Zetas, un grupo de militares desertores que se convirtieron en asesinos y que elevaron la violencia en México a niveles inimaginables. Decapitaciones, torturas, masacres... El catálogo de actos terroríficos que cometieron es interminable.
Según algunos expertos en la materia, más de 2.000 asesinatos están asociados a su nombre, incluido el de su amigo y antecesor en el liderazgo del Cártel del Golfo, Salvador "El Chava" Gómez Herrera. No en vano lo llamaban el "Asesino de Amigos". Y no olvidemos que su perfil criminal saltó a nivel internacional cuando amenazó a agentes del FBI y la DEA en Matamoros en 1999.
Ahora, después de 21 años en una cómoda prisión estadounidense, Osiel está libre porque se portó bien durante su encarcelamiento. Actualmente se encuentra bajo custodia de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos), pero nadie sabe cuánto tiempo estará. La perspectiva de su deportación a México debería preocupar a más de uno en el próximo gabinete de seguridad de Claudia Sheinbaum, ya que nadie parece saber qué pasará si regresa. Aunque dicen que ya no tiene vínculos con el Cártel del Golfo, la sombra de su familia aún se cierne sobre Tamaulipas.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, más ocupado con sus “abrazos, no con balas” que lidiando con el hampa, claramente no está preparado para afrontar el regreso de una persona así. Frente a la brutalidad ilimitada de personajes como Cárdenas, la estrategia del todavía presidente parece más bien una broma de mal gusto.
La liberación de Osiel plantea un probable problema de seguridad para el gobierno entrante de Claudia Sheinbaum. También es un doloroso recordatorio de cómo el narcotráfico ha corrompido nuestras instituciones, desgarrado el tejido social y bañado a México en sangre.
A pesar de haber estado en prisión durante los últimos 21 años, el legado de violencia de Cárdenas aún perdura, y las estructuras criminales que creó continúan operando bajo la mirada complaciente del gobernador de Tamaulipas, Américo Villarreal, y de un presidente saliente cuya única preocupación parece ser siendo echado a perder durante los últimos días de su mandato.
La historia de Osiel Cárdenas no es sólo la historia de un criminal; Es un espejo que refleja la incapacidad de nuestros líderes federales y estatales para enfrentar el crimen organizado que han permitido que crezca dentro y más allá de nuestras fronteras.
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